Antonio Arista Ortega (1940) és un gran professional de la jardineria. Va ser el primer jardiner municipal de Nules, i la seua trajectòria el situa, entre altres fites, en l’origen del nostre Jardí Botànic, però també de la majoria de les zones ajardinades del poble, i com a “pare” de molts arbres ja criats.

La seua carrera es va vore truncada per un greu accident inhabilitant, però lluny d’interrompre la seua vocació, el temps passat ha servit per a erigir-lo en un erudit de la jardineria i de la botànica, amb un saber quasi enciclopèdic. A continuació es pot conèixer la seua història de vida, que també és la dels parcs i jardins de Nules i del context social que els va propiciar.

També tenim el privilegi de compartir alguns dels seus insòlits treballs en el disseny de jardins, reals o imaginaris, que tenen la categoria d’obres d’art singulars. Imatges construïdes amb eines insospitades, gràcies a la seua creativitat i a la seua actitud de recerca incansable.

Amb Antonio continuarem col·laborant, gaudint dels seus coneixements i de les seues immenses capacitats.

Per a l’entrevista vam comptar amb la presència i la participació del seu fill Antonio i del nostre amic Ramon Saborit Arnau, catedràtic de Biologia, llaurador i militant infatigable en causes mediambientals. Als dos, moltíssimes gràcies.

Sinopsi

Antonio Arista Ortega (1940) conta la seua formació com a viverista amb Ramón Canós i el seu paper com a primer jardiner de Nules, autor de la major part de les intervencions en parcs i jardins al nostre poble. Com a erudit en la matèria, el seu treball actual excedeix els límits físics dels parcs per a convertir-se en un insòlit dissenyador de jardins —alguns dels quals es poden vore en esta publicació.

Transcripció

Ramon Saborit.- …Y a ratos cuando podías: estudiar. Le he contado que una vez, no sé cómo salió la cosa, que yo quería plantar un nogal, y me dijiste: “¡eh, habrás de injertarlo!”, e injertarlo… tuvo que hacer un curso para aprender a injertar nogales, que no es nada fácil. Me llamó la atención porque yo creía que era como injertar un naranjo o un rosal, cualquier cosa, y me dijo: “no, no, no, no, el nogal no se injerta igual”. ¡Ah! No me dijo cómo se injerta [risses]. No lo sé, aún no sé cómo se injerta.

Antonio Arista.- Es que el nogal tiene una cosa que no tiene un naranjo: si se hace en plancha, al tronco se pone la plancha al revés para que coja. En vez de injertar… abrir la ventana para poner el injerto, sale así, se abre al revés, porque si se abre de esta forma queda aire, y de la otra forma no coge aire.

Ramon.- Lo probaré, que me han salido dos nogales de… que no sé qué bicho o quién tira nueces por los huertos. Serán las urracas o no lo sé. Y tengo un nogal de metro veinte…

Antonio.- ¿Y cuál és, el Juglans nigra o el Juglans regia?

Ramon.- No lo sé. Es un plantón con cuatro hojas, no sé cuál de los dos… Creo que será el regia, porque el nigra son las… es más exagerado. El árbol comercial es el regia, ¿no?

Antonio fill.- Va vindre el alcalde de Xilxes aposta a buscar-lo.

Ramon.- Ixe és el que ara és conseller?

Antonio fill.- Sí.

Antonio.- Yo lo dibujé.

Antonio fill.- Ell el va dibuixar, va vindre ell ací… Era un arquitecte de Castelló, el que va fer el passeig marítim. I mon pare ho va dibuixar tot… No sé si ho vaig tirar, estarà per ahí. I el va dibuixar tot, i Del Pino, l’arquitecte, el seu projecte el va fundamentar en lo que ell va fer. Hasta les faroles i tot. Va vindre a muntó vegaes, cada vegà que el veu…

Antonio.- Va muy despacio [l’ordinador].

Antonio fill.- Home, va lento perquè tens ahí… dimonis.

Variacions sobre un parc a l’estil de Versailles.

Ramon.- Antonio, ¿éste jardín existe o está en tu mente?

Antonio.- En mi mente. Ahora, esto es… bueno, lo hice con la idea como si fuera Versalles. Que esto le da cuarenta vueltas a Versalles. ¿Ves cómo queda?

¡Una extensión increíble!

Antonio.- Yo calculo que serán unas catorce o quince hectáreas. E hice también un entorno de árboles que es enorme, ocupará más que… bueno, que el pueblo de Nules. Ahí habrá unas seiscientas especies distintas. Y estoy haciendo nada más que palmeras, que tengo ya ochenta especies distintas.

¡Ochenta!

Hay 2.500. Y esto lo tengo en la cabeza. Ahora, es como si lo hubiera plantado yo, porque éste está cosita por cosita, es decir…

Ramon.- Tindrá un programa de diseny i ell va ficant-li…

Antonio fill.- No, no, és que això és Excel.

Ramon.- ¡Això és una fulla de càlcul!

Antonio fill.- Això és hores, hores i hores, això no…

Antonio.- ¿Qué te parece, Ramon?

Ramon.- Impresionante.

Antonio.- Pero es que, por ejemplo, para poner ese castillo ahí yo no sé… ese palacio yo no lo sé hacer, estaba en otro sitio, lo quité y lo puse ahí. Eso sí que lo sabes hacer.

Antonio fill.- Un dia li vaig dir, de cachondeo, fes l’entrà de la Mar de Nules, a vore si algun dia ho fan, amb una rotonda i tot allí a lo de Moncofa, que tu tires pa anar a Moncofa. Entonces li vaig dir: fes-me el disseny de una rotondeta, allí a lo de Bomba, i ell ho té ahí. Amb una rotondeta, una avenideta hasta el faro, dixar això decent.

Antonio.- Es pesado porque esto me cuesta mucho. Esto pesa mucho. Me ha costado cinco meses. Porque aquí están las plantas como son. Porque esto amarillo son arces, y esto si son violetas son violetas, y éste si son otra clase son otra clase. Eso mismo son arces rojos, y así todo. Y algunos llevan el nombre y otros llevan un número, que está puesto ahí.

Ah, i continua i continua!

Ramon.- T’imagines això poder-lo plasmar en el camp, en la realitat? Això no seria jardineria ficció, eh?, això seria algo sério [risses].

Antonio.- Si se hace más grande o más pequeño, de los pasillos se descentra un poco. Yo creí que el fallo lo tenía yo, pero no, es que se descentra.

Ahí está el final, porque ya dije: ya no sigo más.

Ramon.- ¿El jardín de Nules también lo has hecho con ese programa?

Antonio.- También. Tres jardines, tengo.

Plànol del Jardí Botànic en 1990, amb 51 espècies vegetals plantades.

Dos esbossos per a una reforma del Jardí Botànic, amb vint-i-una espècie vegetal plantada.

¿Le parece que le preguntemos un poco sobre cómo llegaron, o sea, de su vida…?

Antonio.- De lo que queráis. Y llegaré donde podré porque tengo que deciros que desde que tenía poco menos de diez años hasta hoy, sé toda mi vida, la sé toda. Y estaríamos aquí a lo mejor dos meses. ¡Uf!

Hombre, la experiencia de una vida no se puede contar…

Por eso digo que la universidad mía es la vida.

¿Ustedes de dónde son, su familia?

Antonio.- Yo soy de Linares, Jaén. Que nos vinimos aquí cuando yo tenía nueve años. Y nos volvimos a ir a Linares otra vez y cuando tuve 14 años ya vinimos otra vez y ya no me fui. Y con 15 años me puse a trabajar para Ramón.

Ramón Canós.

Antonio.- Que vivía muy cerca de donde vivían sus padres [de Ramon Saborit].

Ramon.- Érem veïns.

Antonio.- En la calle de los Dolores, en la misma calle.

Y es nacido en el año cuarenta.

[Dilluns] 19 de febrero de 1940.

Entonces usted viene aquí y se pone a trabajar con Canós.

Vine aquí y cuando ya pude trabajar, porque con doce o trece años pues se puede trabajar poco. Pero cuando llegué a los quince años pues… un día del mes de junio, eran fiestas de San Juan, pues me contrató por si quería trabajar con él. Y claro, le dije que sí. Y dice: “¿y cuánto quieres ganar? —Digo: pues lo que usted crea conveniente. —Dice: es que yo pago treinta pesetas. —Digo: ¿treinta pesetas? Digo, pues hay para seis quilos de pan. Adelante”. A cinco pesetas el quilo, valía. Y luego con el tiempo fue subiendo poco a poco. Y cuando tenía veinte años, pues ya me dio rienda suelta para que yo hiciera viveros, hiciera el semillero y supiera cómo se tienen que hacer. Porque en eso se necesita un poco de experiencia. ¿Comprendes? Porque las semillas de las plantas se tienen que plantar siempre a una profundidad doble de lo que la semilla es en sí, pero que todas oigan las campanas del reloj [risses]. Y así fui, con el tiempo fui subiendo, me fue subiendo el sueldo, y a los veintidós años que es cuando me fui a servir ya ganaba ochenta pesetas. Algo es algo. En el año 62. Y volví en el año 63 y sí, nada más vine pues me cogí enseguida a trabajar. Y estando trabajando, o mejor dicho estando sirviendo en Sidi Ifni, que fue donde fui a servir, pues en el mes de abril, el día 26 de abril, mis padres me dijeron que Francisco Beltrán Bigorra había fallecido en un accidente de tráfico. Y que mi hermano Enrique, que tú lo has conocido, trabajaba en un vivero que habla en el cruce de Moncófar y la carretera general, y él sintió el porrazo que pegó lo del coche. Y él fue enseguida, con dos compañeros más, a atenderlo, pero cuando llegaron estaba muerto. Y entonces ya no… Y referente al parque ya lo tenéis escrito, yo creo que no hace falta hablar de eso. Y quiero deciros que estuve trabajando en Viveros Canós hasta que cumplí yo los 42 años. Y después pues como salió una plaza en el ayuntamiento para jardinería, pues yo me incorporé, porque sintiéndolo mucho estuve 28 años con él y no me cotizó ni un día a la Seguridad Social. Eso es lamentable. Pero tengo que decir también que él fue el padrino de boda mío y de aquella mujer que hay allí.

¿Cómo se llamaba, su mujer?

Angelita Monferrer Segarra. Ya llevo siete años sin la mujer. El 12 de abril del año 1962, en la residencia de Lanzarote recibí esa fotografía, en pequeño, en una carta. Detalles de la vida. Y eso pues aunque no venga al caso pues se tiene que decir, hombre. Ella forma parte de esta historia.

Sí, sí, claro que sí, todo esto nos interessa, la historia tiene que ser humana.

Es que es humano lo que estamos hablando aquí. Y mira, se fue con 74 años. Y yo tenía 77. Y Canós fue mi padrino de boda y me regaló cincuenta mil pesetas para comprar los muebles. En el año 68. Una cosa por la otra, pero no acabó de portarse bien. Ya no fue culpa de él. Tú conoces a los sobrinos muy bien. Yo para los sobrinos ya no era nada.

Ramon.- Fills de la germana del senyor Ramón.

Antonio.- Y más de un amigo de él le dijo que si subió p’arriba fue porque yo trabajé para él. En pocas palabras que le hice rico. Yo sé que no le hice rico, pero para algunas personas sí. Y mira, tengo aquí un testigo que sabe muy bien cómo era esa familia.

Ramon.- Ell no era capatàs, era més. No era l’amo però tota la confiança de l’amo estava posà en ell. Ell sabia lo que tenia que fer, ací i allà, “Antonio, que hay que hacer esto o lo otro”, ell s’encarregava d’anar als hòmens…

Antonio.- I si venia algún comprador a comprar plantas estaban allí los dueños y los conocían, venían a mí. Y el sobrino, uno de ellos, dijo: “aquí los amos somos nosotros”. Y pongo a Dios por testigo que fue así. Y dijo aquel señor: “los amos son ustedes, pero esta persona la conozco yo y sé cómo lleva todo esto, y tengo plena confianza en él”. Y en fin, y salimos adelante y luego ya pues claro, las cosas ya no fueron bien, porque los sobrinos de él… pues llegaron un momento que eran ingenieros agrónomos los dos, pero yo tenía lo menos 28 años de experiencia. Y la universidad no enseña lo que enseña la vida, y que vengan para imponerse a mí, porque yo me doy cuenta de lo que he visto ahí. Sí, se estudia mucho; yo tengo ahí todo un estudio de Harvard. ¿Estamos? Pero… bueno, yo les paso a ellos, lo que pasa que ahora pues estoy así y no puedo hacer nada. Pero por ejemplo el dibujo que habéis visto ahí es como si lo hubiera plantado planta a planta yo. Es que está así, ahí no hay engaño, está así. Y quiero decirte que eso todo lo he sabido.

Entonces llegó el 82 e hice oposiciones al Ayuntamiento y salí. Y hubo una anécdota que… yo dije que salía con la cara… con los ojos vendados, tocando las plantas sabía cómo se llamaban. Y cogieron, me vendaron y cinco o seis plantas que me llevaron las toqué y dije: “esta es esto”. Sí, con estas manos. Sí, fue una cosa espectacular. Y Sebastián Nebot Gómez, en el Ayuntamiento el mismo día dijo: “tenemos el mejor jardinero que hay en España”. Y yo dije que no era tanto: un trabajador. Pero sí, yo he comido, he estudiado las plantas y he luchado en ellas. Y no las he visto crecer pero ha faltado poco, porque va muy lento, ¿no? Però me hubiera gustado. Y mira, yo aquí estoy siete años metido y me han pasado como nada. Y esto nada más que con ellas.

Ramon.- Estás vivo.

Antonio.- Y estoy vivo. Y hoy tengo 85 años y hace 35 que estoy con un brazo y una pierna. Es muy duro eso, ¿eh? Y no gasto muletas, pero aquí no hay nada [es toca la cama dreta]. Ahí no hay nada. Pero bueno, así vamos. También cuando vino el bum del olivo grande y todo eso… cuando tuve el accidente yo me dije: “ahora qué será de mí, de mi mujer y de mi hijo”. Tenía diez años. Y digo: “pues aquí no hay más remedio que seguir adelante”. Porque cuando tuve el juicio pasaron diez años.

¡Diez años!

Antonio.- Yo tuve el accidente el día 13 de noviembre de 1989, y el juicio me salió el año 2001. Mucho tiempo, ¿verdad? Y mientras tanto pues digo: “pues algo tengo que moverme”. Entonces me compré un coche…

Un coche adaptado.

…se me adaptó a mi circunstancia, y con ese coche y dos más después, hice aproximadamente un millón de kilómetros. Corrí media provincia de Valencia, toda la provincia de Castellón, y llegué más allá de Tortosa, hasta cerca de Tarragona. De largo. Y de ancho desde el mar hasta lo menos 60 kilómetros hacia adentro. Entonces lo primero que hacía yo mismo, pues corrí todo el Maestrazgo y en Canet lo Roig allí vi demonios de olivos. Olivos que medían entre ocho y diez metros de perímetro. Y diréis: “cómo puede ser que sin ir supiera que podían haber”. Porque yo me cogí a que cuando entraron los fenicios por el Mediterráneo, pues plantaron olivos hasta debajo de la cama. Y después de los fenicios vinieron los cartagineses, y los cartagineses continuaron, pero cuando más hicieron fueron cuando vinieron los romanos y echaron afuera a los cartagineses, entonces se quedaron ellos, y fue todo el montón que hubo, y hay olivos que hoy tienen más de 2000 años. Hoy. Y yo arranqué uno… no en Canet lo Roig, sino… a ver, este pueblo… arranqué uno de diez metros de perímetro, y pesaba 25 toneladas. Y una máquina, una grúa de 60 toneladas fue a por él para sacarlo, y cuando lo tenía a un metro de altura para ponerlo en la góndola, la grúa se fue contra él. Y se rompió todos los cristales de la cabina y todo eso. No pasó nada, pero es que no podía con él. Y así, pero al final poco a poco lo levantó y lo pudo poner. De ésos arranqué aproximadamente… bueno, busqué y… un vivero de Elche se llevó una veintena. Y se los llevó a Italia. Hubieron olivos que costaban entonces sin arrancar… uno costó un millón de pesetas. Otros costaron dos, y el último, que medía siete metros de perímetro, pero tenía cuatro metros de tronco, tronco solo. Aquello era… bueno, había que aguzar la vista pa verlo, aquel costó tres millones. Se vendió por diez.

Antonio fill.- En Itàlia, sí, ho compraven.

Antonio.- Y así estuve hasta que se prohibió arrancar. Porque… Pero claro, es una lástima que por ejemplo en Canet lo Roig hayan olivos grandes, que están medio perdidos y se están muriendo. En cambio el que arranca uno y se lo lleva a otro sitio es porque va a cuidarlo. Pero bueno, es patrimonio y así está, no hay más remedio.

Pero pregunta si quieres…

Bueno, encantado de oírle. Quiero decir que va bien, va bien…

No eres la primera persona que me dice eso. Hay un señor que vive en Canarias, que es ingeniero agrónomo, que dice que es envidiable, y dice: “es que dices las cosas y parece que las tengo delante”.

Lo cuenta con pasión además, no es una cosa…

Sí, pasión tengo mucha. Mi hijo me dice, ¿cómo aguantas tanto ahí?

Por curiosidad, cuando empezó con Ramón Canós eran viveros ya, quiero decir… ¿qué había ahí?

Ramón Canós cuando empecé con él pues vendría a tener unas tres hanegadas o cuatro de plantas, era muy poco. Muy poco. Tenía más semillero que otra cosa, y claro, para el semillero se necesita bastante mano de obra para llevar las plantas, ¿comprendes? Pero aparte de eso ya me enseñó alguna finca plantada de naranjos bordes, y arrancaba los viveros y después a injertar. Yo con dieciséis años ya me puse a injertar, y en aquella época puedo decir que soy uno de las primeras personas que injerté la clemenules. Porque a la clemenules el nombre se lo puso él. Se lo puso él, porque en realidad él era bastante inteligente. Y tenía buenas amistades y lo cogieron a él para que hiciera un estudio de esa planta, de ese árbol. Y entonces, pues puso ese nombre e injertó mucho. Que a continuación Vicente Lucas, que es íntimo amigo mío, lo divulgó mucho. Y ya digo, y entonces cogimos y nos dedicamos a ir haciendo viveros y plantando y plantando… Y cuando veía él que yo ya podía ir manejándome por aquí, entonces él tenía un amigo en Villanueva de la Serena que se llamaba Vicente Lafuente Lucas. ¿Tú lo has llegado a conocer?

Ramon.- No, no, ¿ese es el que le puso con lo de las tierras de allí?

Antonio.- Y él era, ese señor era de Nules, pero por razones de la guerra y todo eso tuvo que salir y se fue allá. E hizo mucho terreno y tuvo muchas plantas. Entonces él se fue para allá, y a veces se tiraba meses enteros allí y yo solo aquí, con la gente… Pero cuando venía se quedaba mirando y me decía: “¿qué le haces a las plantas?” [risses]. Y… una vez hizo un vivero en Moncofa de perales y estuvo cuatro meses sin venir. Cuando él se fue las plantas eran muy pequeñas, pero el peral si lo cuidas bien crece bastante. Y cuando vino vio que los perales eran más altos que él. Y entonces se quedó… Claro. Yo creo que si no hubiese sido así, él no hubiera hecho lo que hizo conmigo. Pero bueno, una cosa por la otra. No guardo rencor, me acuerdo de él todos los días. Y estábamos sin hablarnos cuando tuve el accidente y él fue a casa a preguntar qué me había pasado. Y no hablábamos, porque hubo juicio y todo y lo que pasa en los juicios, ¿no? Pues aún fue a preguntar por mí. Me educó como hijo, porque tuvo el detalle también, otro detalle, que yo soy el mayor de ocho hermanos: Enrique Arista Ortega, de los Spirits [sobre Spirits i Enrique Arista, vore la preciosa entrevista Vicente Franch i ‘Spirits’ (pop-rock 1968-1978), i també les fotos i documents de la Col·lecció SPIRITS], hermano mío. El que atendió a don Paco Beltrán. Hermano mío. Pero a él le gustaba la música. Era muy inteligente, pero no de plantas: de la música. Y eso le causó la muerte: la música. Ya hace veintiún años que ha muerto. Y ya digo, pero cuando yo fui a servir cogió y dice: “yo te acompañaré a la casa de reclutas”, y de aquí nos fuimos a la casa de reclutas. Y nos despedimos, cuando me llevó allí, llorando los dos como chiquillos. Y cuando estuve sirviendo no paró todos los meses de enviarme veinticinco o cincuenta pesetas. En un sobre, como se hacía antiguamente. Y me escribía muy a menudo, y me decía cómo iban las cosas, cómo no iban. Y nada más vine pues al día siguiente ya quería que fuera a trabajar [risses]. Al día siguiente, digo: “déjame un par de días o tres que me instale que no estoy listo”. Pero sí, me fui, y se portó bastante bien a su manera.

A su manera antigua.

Tengo que decir que en aquella época no era yo solo el que estábamos así. A nadie le cotizaban.

Sí, era habitual.

Y así fuimos. Y después pues ya me metí en el ayuntamiento y cuando estaba… a ver, siete años trabajando fue cuando pasó esto. Por ayudar al compañero de mantenimiento del ayuntamiento, y fue justamente en la estación de Burriana, donde está Barbacoa, por allí pasaba línea de alta. Que no me acordé que los tenía que haber denunciado, porque esas línea tienen que tener una jaula. Tienen que tener jaula, y no tenía ninguna. Y nosotros pues veníamos de Mascarell, y como el camión no podía venir a recoger al electricista, pues yo que llevaba la furgoneta me puse a ayudarle, y lo trajimos hasta dos farolas que habían fundidas. Estaba una a una parte de la línea y otra a la otra parte. Y nada, cogemos, arregló la primera, ya aparca, y a la que vamos a la segunda, no bajamos la escalera de la prisa de que ya era la una, no nos dimos cuenta ninguno… Yo en esa carretera habré pasado medio millón de veces, pero tenía que pasar y tocó… o si no tocó hizo arco, porque claro, la parte de arriba es toda de hierro, y tocó y yo que iba empujando con la parte izquierda pues me carbonizó el brazo al instante, y la pierna igual. Me abrió la cabeza y tuve puestos doscientos puntos.

¡Doscientos!

Doscientos, porque tuve puestos en la cabeza, cuando me amputaron en el brazo y en el talón. Veinte mil voltios. Y estoy vivo. Estando en la Fe los cirujanos me cogieron un día, ya me empezaba a curar, y tenía cinco cirujanos allí, y a todos se les cayeron las lágrimas diciendo: “¿cómo puede ser que usted se haya salvado? Dijo, usted no es de la Tierra”. Yo le dije así: “¡ui, yo nací en Linares! [risses] ya guaseando un poco, —Si esto no hay quien lo aguante. —Digo: pero miren, yo tenía que aguantarlo para conocerlos a ustedes”. ¿Estamos? Y dijeron: “pues es imposible”. Y la sorpresa que yo tuve muy grande, y eso me dio mucho ánimo, es que cuando bajé allí a la Fe abajo donde estaban haciendo gimnasia los minusválidos y compañía, yo vi que allí habían lo menos doscientos. Y yo me consideré el segundo o tercero mejor.

Ramon.- O sea, que había casi doscientos peor.

Antonio.- Sí. Que si me veis desnudo imaginaros que tengo nada más que… [el costat dret]. Aquí no hay nada.

Antonio fill.- Allí vaig vore jo tetraplègics i tot, eh?

Antonio.- Allí habían jóvenes, más jóvenes que nosotros.

Ramon.- Gracias por lo de joven [risses].

Antonio.- Y yo me pusieron una colchoneta y empecé a pegar golpes y saltos por allí, porque algo tenía que hacer. Y… si a mí no me pasa na, viendo lo que yo vi allí, pues a mí no me pasa nada. Y a consecuencia de todo eso fue cuando me tiré al campo a buscar olivos por ahí. Y tuve la suerte que nunca me pasó nada. Eso es suerte, ¿eh? Un millón de quilómetros no se hacen… Porque hice con el Opel primero hice 650.000, y el coche me dejó porque dijo: “mira, Antonio, yo ya no puedo más” [risses].

Ramon.- “Estoy hasta las narices de ti” [risses].

Antonio.- Y me dejó en la playa. Seiscientos cincuenta mil. Ya no hacían piezas para él. Pero honrado como él solo. Iba por medio de los olivares muchas veces, que yo digo: si me pilla por aquí algún dueño… Porque claro, por allí los olivares están muy lisos, porque para coger la aceituna pasan el rodillo. Pero yo procuraba no hacer daño, claro. Pero algunas veces he tenido que pasar, porque decía yo: “a un quilómetro a lo mejor allá hay uno. Voy a verlo”. No me equivocaba. ¡Enorme! E iba haciendo todo lo que podía y salí adelante. Después ya me vine aquí y dije: ya que no voy a poder hacer eso, pues me dedicaré a aprender un poco más de lo que sé. Y aquí es todo lo que he hecho por aquí, que eso vosotros no lo hacéis.

Ramon.- No, porque no tenemos el tiempo ni la paciencia.

Antonio fill.- Ell paciència sí que ne té, sí.

Antonio.- En el año 56, cuando yo trabajaba para él, se encuentra Ramón Canós a mi madre. Y le dice: “¿qué, cómo estás…? —lo que pasa, ¿no? Y le dice: ¿qué tal, cómo se porta mi hijo? ¿Se porta bien, se porta mal…? —Dice: ¿su hijo? Dice: la paciencia tiene un nombre, y la habilidad también. Y esa paciencia tiene un nombre y ese nombre se llama Antonio Arista Ortega. —Dice: gracias. —Es verdad”. A mí me decía que ese bordillo y lo hacía hasta que se acababa. Y me ponía a injertar por ejemplo y llegué a injertarme 220 escudetes en una hora.

Ramon.- ¿En una hora doscientos? ¿Qué no se ataban, entonces?

Antonio.- Sí que los ataba. A más de 3 por minuto. El Moret —¿tú no has conocido al Moret?

Ramon.- Sí, Mora.

Antonio.- Sí, a Morán, ¿lo has conocido, verdad? Bueno, pues ese ese chaval era pues unos cinco o seis años más joven que yo, y le gustaba mucho injertar, también. Y dice: “voy a ver si te puedo ganar”…

Ramon.- Això era molt normal, antes.

Antonio.- Porque era muy fuerte él y quería saber de todo, y entonces nos pusimos a injertar y ese día puse 220. Él puso 180. Dice: “a ti no hay quien te gane, Antonio. —Digo: en esa época no”. Y en un minuto llegué a poner cinco. Y en un día 2.000. Y en media hora… Pues eso. Ahora: ¡sudaba la gota! Todo eso en patrones de membrillero. Del membrillero sale el peral.

Ramon.- Empeltàveu peral sobre membrillo.

Antonio.- Sí. El peral se puede poner sobre membrillo, se puede poner también sobre el peral borde, y se puede poner también sobre el sauce llorón. Pero crece pero se para; no fructifica.

O sea, que la época del peral, que tuvo unos años muy fuertes, eso salía todo de viveros y de ustedes [ens ho va contar en una entrevista Germán Aguilar, mestre i agricultor].

Antonio.- Sí, sí. El boom del peral en Moncófar, que Moncófar tiene… hicimos el vivero, pues todo sale de ahí. Ramón Granada Gavara tenía un peral que decía Leonardeta, el Canonge y… Y tenía veinte capazos por árbol de peras.

Ramon.- Antes quería decirte: ¿te acuerdas cómo llamaban allí en Canet lo Roig a esas oliveras tan viejas? “Oliveres que fan temó[r]”. “Que fan temó”. Que estaven plantades al marc de plantació romà, a la distància dels romans. Es que nos metimos doce dentro de una.

Antonio.- A lo mejor en una hanegada plantaban dos o tres. Que hoy en Salsadella hay uno que mide 12 metros. Es digno de ver.

Ramon.- Y hasta comercializan el aceite de olivos milenarios como algo…

Antonio fill.- Sí, però no és igual, eh?

Antonio.- Sí, en San Mateo. Yo creo que ahí falsifican algo. Porque es imposible, porque los olivos milenarios casi no hacen aceitunas. Porque ya están agotados, están agotados completamente. A lo mejor te hace un olivo que tiene una circunferencia de goteo de cien metros y te hace un capazo de olivas. Y eso no es rentable. Hombre, ahí en Artana hay más pequeños y hacen más. Que por la carretera de Artana hay unas fincas ahí al lado que hay olivos que tienen cuatro y cinco metros de perímetro. Hay algunos muy bonitos, pero no se pueden tocar.

Pero en Artana los grandes eran todos de variedad Farga, que es la que se hacen enormes.

Antonio.- Es que las Fargas son las que más grandes se hacen.

Estando con Canós en los viveros ya empezaban a plantar… fueron ustedes los que plantaron el Jardín Botánico…

Antonio.- Vamos a ver: cuando nos pusimos a plantar jardines entonces mandaba ya Ricardo Llombart Arnal. Y en aquella época solamente estaba el parque botánico, que él sí que le decía a Ramón qué podía plantar allí. Porque claro, porque el parque cuando se plantó solamente se pudo plantar la mitad, que es perpendicular a la carretera y la acequia. La otra parte no había nada plantado. Entonces Ricardo le dijo: “Ramon, ¿qué podemos plantar ahí a esa otra parte? —Y le dice: pues podemos seguir plantando lo que sea conveniente, pero lo que es el seto no será de Ligustrum californicum, sino que será de aligustre semprevirens. La diferencia que hay entre el uno y el otro es que el primero se le cae la hoja y al segundo no. Pero el segundo tira más a árbol que a arbusto, y entonces las hojas son más anchas pero es más feo el seto, no es tan tupido. Y ése es el que tenemos. —Y dice: pues ese mismo”. Y todo lo que hay de más ancho es de esto. Que esos setos tienen pues más de sesenta años. Sí. Y el año que falleció don Paco no… tengo la fotografía por ahí pero no he podido encontrarla. Estaba Ramón Canós y mi hermano Enrique podando los setos para que rejuvenecieran. Y recuerdo que una fotografía de esas, en esa época porque es la época que se tienen que podar: el mes de marzo, abril, cuando se podan para que luego broten, y eso se me quedó en la mente, que en esa época se hizo eso. Entonces si habían ocho o diez variedades de plantas, nosotros pusimos casi treinta después. Lo que no pusimos fue el nombre a cada una, porque tampoco lo sabíamos. Hoy sí que lo sabría [risses]. Y entonces ya posteriormente pusieron alguno y pusieron el nombre, y parece ser que lo cogieron… después que yo tuve el accidente lo cogieron con más ganas, pero no llegó a bien. Y el parque pues lo llevamos desde esa época hasta que yo tuve el accidente, muy bien, se llevó muy bien. Luego ya después los cuatro o cinco alcaldes que vinieron pues estaban más por otras cosas que por el parque. Y un señor que era el Espardenyer…

Ramon.- El podador, ¡la brutal poda! Allò te va ferir, però no era per tu, era per l’Espardenyer. Yo vaig escriure una crítica, perquè ell…

Antonio.- Yo no la he leído, la crítica. No la he leído pero la he vivido. ¿No pone en el librito que fueron podadores de naranjos? Pues se cogieron como si fueran naranjos, y no sabían…

Ramon.- Un castaño de indias, y creo que dije algo así como: “han podado un castaño de indias como si fuera un clementino”, y eso no puede ser, con bragas y todo.

Antonio.- Es que no se pueden tocar.

Ramon.- ¡Claro, si se han muerto la mayoría de hongos!

Antonio.- ¡Se han muerto por eso! Ha sido porque los han hecho polvo.

Ramon.- Heridas abiertas que entraba agua, ¡uf! No se va fer amb mala voluntat, simplement va ser ignorància.

Antonio.- Pero no tuvieron la delicadeza, sobre todo Vicente Molés Herrero, que era el alcalde, cuando él estaba entonces, de decirle a Ramón Canós: “¿ahí podemos hacer esto o lo otro?”. Pero es muy fácil… Las políticas. Él era de Falange y Ramón era rojo. Medio rojo.

Ramon.- Era de los pocos en Nules que leían el Levante. Lo compraba Buga, él y el abuelo de mi mujer, que iba al bar de Buga a poder leer el Levante, porque en casa si se enteraba la mujer de que compraba ese periódico de rojos, ¡uy! [risses]

Antonio.- Es decir, que cosas así. Pero ese señor perjudicó mucho. Porque ahí había un tesoro ornamental.

No había conciencia de que era un jardín botánico, no era un jardincillo para…

Ramon.- No, no… No mai. Quan el van tallar van dixar un clementí sense colmos, amb unes bragues perfectes, pa collir bé. Un clementí perfecte.

Antonio.- Yo hice todo lo que pude para salvarlo, porque usé mucho Sequestrene…

Ramon.- ¿Sequestrene antifúngico?

Antonio.- Fungicida, insecticida… lo usé todo… [risses]

Eso también se lo iba a preguntar, pero ahora hablamos…

Quiero decir que lo hice revenir un poco y llegué a conseguir, cuando se hizo el centenario de don Paco, que estuviera lo más frondoso posible. Y lo conseguí. Lo conseguí. Luego después…

Ramon.- Hubo muchas bajas entre los castaños más viejos. Y ese árbol es una pena porque tiene un porte piramidal, casi cónico perfecto. I clar, aquell el va dixar… Clemenules de categoria.

Antonio.- Y es un veneno, porque no quiere ver el hacha, el castaño. Y tiene mucha gracia, cuando cae la semilla al suelo del castaño, simplemente con tocar el suelo germina. Si la plantas a más profundidad va bien, pero es que simplemente tocando el suelo ella germina. Porque yo las vi germinar. ¿Estamos?

Ramon.- Las cogíamos para tirarnos pedradas [risses]. I a vegaes tenien el cabet que estaven germinant.

Antonio.- Y ya digo, a mí me dolió mucho que hicieran aquello, pero no hubo más remedio. Y cuando tuve el accidente pues me cayó como una bomba. Porque era parte de mí, esas plantas. Es que me dio de comer. Y me pude aprender todas las plantas, incluso el día que tuve el examen pues hubo un señor que vino de Valencia, era un ingeniero agrónomo que vino de Valencia. Dice: “¿usted sabe esta planta cómo se llama?”. Me dijo a mí. Digo: “sí señor. —Dice: a ver, dígamelo. —Pues se llama Lagerstroemia indica. —Dice: ¿Y usted por qué sabe que se llama eso? —Pues mire, sé que se llama así por las flores que tiene. Sé que se llama así por la leña que tiene la planta. Y sé que se llama así porque la planté yo” [risses]. Y allí yo planté, ya digo, unas…

Ramon.- Antonio, ¿es cierto que las plantas del jardín, los ginkgos y demás, vinieron del Jardín Botánico de Valencia? Porque no abunda el ginkgo, en aquella época. Todos los ginkgos que hay en Borriana y por ahí son muchos más jóvenes.

Antonio.- Sí, eso está escrito ahí. Porque es que me preocupé un montón de todo eso. ¿Comprendes? Y claro, yo dije que vinieron de Valencia por el tiempo que llevaban plantados y porque hacían… compaginaban con las demás plantas, ¿estamos? Y los ginkos sí, vinieron de allí. Que también es una planta que se parece mucho al castaño para germinar. Lo que pasa es que hace muy mal olor.

Ramon.- Sí, la corfa es podrix i fa olor.

Antonio.- Es un poquitín rara en… porque tiene que haber macho y hembra. Si hay macho y no hay hembra no germina ni una. Y si hay hembra y no hay macho no salen tampoco. Entonces quiero decirte que eso es así.

Ramon.- Mientras te acuerdas se lo digo: hi havia gent que es queixava dels ginkgos perquè no sabien què és un fòssil vivent, és un arbre que està ací des de la era secundària, des dels dinosaures. I es queixaven de que els “ciruelos” que ells dien, perquè pareix com un ciruelo groguet peculiar, feien pudor a peus suats [risses].

Ramon.- Era àcid búrit [butanoic], peus suats. Dien: “no se pot passar pel Jardí, per culpa d’ixe arbre”.

Antonio.- Yo cuando cogía las semillas para hacer semillero, pues claro, cogía… que parecen cerezas, y hacen un olor terrible. Y con las manos, ahí apretando, apretando y apretando, y cuando acababa, acababa casi sin respiración, del mal olor que hacía. Que yo lo limpiaba y luego se quedaba el hueso muy limpio, y salían fácilmente, eso sí que es… Y… a ver, lo que también cogemos mucho era de la Melia azedarach. ¿La conoces la Melia? Pues eso hace unas flores muy bonitas, moradas, pero hace mucha semilla. Y cuando se le cae la hoja parece que sea un cerezo con cerezas [risses].

Ramon.- Pero con cerezas amarillas o marrón claro.

Antonio.- Y aguantan mucho tiempo, sale la nueva floración y ellas aún están ahí. Y en fin, allí cada árbol pues tiene su historia.

Ramon.- Allò es pa fer una classe pràctica de botànica. Jo quan he pogut he dut allí als xiqüelos, alumnes meus i de les escoles, però en fin, els xiquets són xiquets, i no pots arribar a entrar en ixos detalls. I a lo millor si conseguixes que facen una col·lecció de fulles ja casi tens algo. Perquè a lo millor a algú se li quedarà la llavoreta ahí, porque lo del fósil viviente les gusta mucho. Lo de que el ginkgo convivió con los dinosaurios, cuando les dices a un chavalín: “esa especie vivía cuando estaban los dinosaurios por la Tierra”…

Antonio.- Ahí los tengo plantados todos [als seus dissenys de jardins]. Y el color de la planta. El color de la hoja, porque se ponen amarillos. En otoño se ponen amarillos: pues amarillos.

Ramon.- ¿Cuándo plantaron las palmeras canarias?

Antonio.- ¿Allí? Las palmeras canarias se plantaron allí, que las planté yo, en el año… me parece…

Ramon.- Porque tiraron mucho. Tiraron mucho.

Antonio.- Pero se plantaron en el año 74-75. Las más pequeñas. Las grandes se plantaron cuando se plantó el jardín. Pero es que se plantaron cuatro. Se plantaron muy pocas. De la altura: bueno, pues la altura vendría a ser un metro. ¿Comprendes? Después han ido creciendo lo suyo. Las que yo planté ya miden cuatro metros. O más. Pero se plantaron entonces. Luego yo planté allí una… un drago.

Ramon.- Lo mató una helada, a los tres o cuatro años. El primer invierno, fue.

Antonio.- Ricardo…

Ramon.- Ricardo Gimeno, el veterinario.

Antonio.- Es que me dijo: “Antonio, aquí he traído yo un recuerdo de Canarias”. Veo un tocho así, y pesaba como un demonio.

Ramon.- Que eso es agua por dentro.

Antonio.- Es agua. Por eso se heló enseguida. Y digo: “pues nada, a plantarlo, lo pondré aquí”, y en letras grandes lo puso, para que se sepa que fue él el que lo trajo. Porque yo… para mí no quiero nada, más que lo que tenga que ser. Pero todas las personas que han colaborado, de la forma que han colaborado, quiero agradecerlo. Pero al primero que puse fue a él [a Ramon Saborit]. Sin saberlo.

Ramon.- Es que tenemos un vicio común [risses].

Antonio.- Y después a todos los demás. Y los alcaldes están todos en tira, pero con un poco de mala leche. Pero es así. Soy sincero, hombre. El lápiz escribe todas las letras. Y rectificar es de sabios.

Y ahora que me viene al pensamiento, que por eso estáis aquí, cuando yo entré en Nulespedia y vi que Nules tenía un árbol ejemplar, que es el Eucalyptus globulus, pues me causó impresión. Y ese árbol tiene historia.

Ramón.- ¿Pero a cuál de ellos te refieres?

Antonio.- Al eucaliptus, al que hay detrás de la parada de los coches, de los autobuses.

Ramon.- En la playa, cerca de la Gola. Ah, bueno, los de l’Estany.

Antonio.- El más alto, el más recio. Bueno, todos los que hay los planté yo el Día del Árbol.

Ramon.- Es que antes había otros, como el del colegio Cervantes, o el eucaliptus del Ximeto, que todos han pasado a mejor vida.

Antonio.- Esa planta la planté de una semilla, y dio la casualidad… mandaba Ricardo Llombart. Le dijo un día a Ramón: “Ramón, ¿por qué no hacemos un vivero de eucaliptus y los plantamos en la playa y ponemos más eucaliptus para que tenga aquello más vida”. Porque entonces, claro, hace ahora sesenta años casi, pues estaba como… Nada. Y dice: “pues bien, lo hacemos. ¿Y dónde lo haremos? —Dice: pues mire, tengo una idea, al lado del panteón de don Francisco Beltrán Bigorra, en el cementerio, hay un espacio bastante libre que ahí está también el grifo del agua y podemos hacerlo”. Y efectivamente, cogimos unas doscientas macetas de barro y las llenamos de turba y tierra y allí pusimos las semillitas que cabían en los dedos, y las regamos. Y entonces ahí pues sí, empezaron a salir; salieron de muchas formas, había sitio que no salía ninguna y había sitio que salían cuatro o cinco. Pero bueno, se fueron birbando. Y de esas ya cogimos y plantamos abajo en la playa. Y al lado del Estany pusimos ése y varios más. Alguno se murió y alguno está todavía por ahí dando vueltas. Y ése es el que yo he visto más grande, el más alto. Y me causó, en fin, un poco de impresión, digo: pues ese fue ese el mandarín. Como también hay un olivo… ¿tú has visto el olivo que hay en el camino Tosal allí al fondo?

Ramon.- ¡Si intenté comprarlo! De Purín la del Cordero. La finca de Purín la del Cordero.

Antonio.- ¿Tu sabes quién es el amo?

Ramon.- Ahora no, no lo sé.

Antonio.- Ese mide siete metros.

Ramon.- Intenté comprarlo, y me dijo: “ai, és que això val molt”, y es que justo habían quemado la leña de la poda del huerto junto al olivo que lo chamuscaron todo. Digo: “poco se lo estiman”.

Antonio.- ¿Hace mucho tiempo de eso?

Ramon.- Sí, yo era soltero, casi, o recién casado. Eso hará cuarenta años.

Antonio. Yo fui hará unos siete años con un chino allí y ése le hizo unas fotografías. Porque quería verlo y quería saber cómo se multiplicaban. El multiplicarse ya no se lo dije tan fácil. Pero se puso, hizo una fotografía de él y se puso él allí haciendo las fotos. Grande, muy grande.

Ramon.- Yo quería comprarlo para el ayuntamiento y ponerlo en una rotonda. Pero… “oh, açò val molt! —Fique preu a vore. —No, ui, açò…”.

Antonio.- Eso ya que es de Nules tiene que estar en otro sitio. El que hay al lado del Consum ese vino de la Diputación de Castellón, y el día que vino yo me iba a buscar. Bueno, pues ese parece nieto de los que yo he visto por ahí.

Ramon.- Ya lo sé, yo en Canet lo Roig he estado varias veces. Ahí he llevado a los alumnos, he llevado gente, también a profesores y maestros, a la finca del ayuntamiento de Canet lo Roig, que será una hectárea y algo, que allí habrá cuarenta y tantos olivos pero vamos, a cual más bestia que el otro. Y hay hasta una fuente romana y todo.

Antonio.- Yo el que más bestia he visto es el que hay en Salsadella. No se puede tocar, porque está ahuecado por dentro. Y hay otro que mide quince metros que está en… más allá de San Mateo. La Jana, el Rosell… el pueblo que hay antes de llegar. En la Sénia planté yo uno que el alcalde de la Sénia me envió un recado al teléfono, que hiciera el favor de ir porque querían trasplantar un olivo del centro del pueblo, muy grande, a una rotonda a la entrada de la Sénia. Y a la entrada de la Sénia el olivo que hay, ése lo planté yo. Ya de la forma que estaba. Y me hizo varias fotografías y me hizo un álbum y me las mandó. Está por ahí guardado. Tuvo esa delicadeza. Fui por la cara, no fui por otra cosa. Por gusto. Y ahí está el escudo.

Ramon.- Yo es que tengo un compañero de faena, que es geólogo, que es de Rosell, y éste es el que me enseñó todos aquellos olivos.

Antonio.- Pues ya digo, el… en Traiguera arranqué dos o tres, uno de ellos medía ocho metros, y cuando estaba arrancado se abrió. Pero ese olivo vive, porque al partirse tenía raíces en los dos lados. O sea, que hay muchísimas anécdotas.

Dices en el texto que recogisteis la flora de todo el municipio de Nules.

Pues mandando Ricardo Llombart hicimos la avenida Galicia y la avenida General Aranda, que es la avenida de la Constitución hoy. Y ahí por mediación de unos viveros de Valencia, Viveros Galán, trajeron las plantas… poco arbusto, algún arbusto, y trajeron aligustres, un árbol japonés. Que los aligustres se hacen bolas. Y abajo solamente plantas del año. Anuales silvestres para hacer bonito. Eso ahí. Pero cuando yo entré en el ayuntamiento, Sebastián Nebot y compañía, o por orden de ellos, dice: “Antonio, en todos los jardines queremos todo lo más posible”. Pues traje tres mil rosales. De todos los colores. En las avenidas puse rosales por todos sitios. Y parecía el pueblo de los rosales. Y la avenida Marqués de Santa Cruz, que es donde están los juzgados…

Ramon.- Prop de l’institut.

Antonio.- Ahí hice una tira que puse cedros y de cedro a cedro rosales. Fue la avenida más bonita que había entonces. Puse rosales rojos que es el imperial, el grandote, que es el amarillo, y otro que es rosa. Y aquello parecía divino. Cada vez que iban las mujeres por allí, a mi madre le decía: “qué hijo tiene usted, que hace ese trozo tan bonito”. Lo que pasa con las mujeres, ¿no? Y te digo, y eso es lo que hicimos. Y a partir de entonces ya se puso poco. Se pusieron las dos avenidas y nada más. Y continuando el Parque Botánico y tal. No se pusieron muchas plantas más porque no había mucho dinero. Que es lo que pasa.

Ramon.- Para plantas no. Pa bous…

Antonio.- Pero tengo que deciros que lo llevábamos bastante bien. Pero se puso más cuando vino Sebastián, porque ese señor puso los cinco sentidos en mí. Y dijo: “pues hay que hacerlo bonito”. Entonces los jardines y todo los llevé, todos los colegios, todo lo mejor que pude, ajardiné todo lo que pude, todos los colegios, lo mismo Cervantes que el que tienes en frente de tu casa, Jaime I, que Pedro Alcázar… en fin, todo. Incluso el jardín de…

Ramon.- Está Lope de Vega, Pio XII, Jaime I, Cervantes, la Consolación…

Antonio.- La Consolación, ahí no puse nada. Pero detrás del instituto sí, el que hay… O sea que en prácticamente todos los jardines que hay en Nules está mi nombre, o por lo menos algo mío. Todos.

Tendría una buena cuadrilla para trabajar, de gente.

Antonio.- Nadie.

¡Nadie! ¡O sea, todo usted solo!

Hay que decir la verdad: cuando venía la época del paro llevaba gente a trabajar, porque yo era imposible, ¿no? Pero cuando se acababa el paro se acababa la gente. Me quedaba solo. Luego pues… sí, eso sí, cuando yo tuve esto entonces sí. Yo dije que el que más valía y podía hacer algo era el Panollo. Y ya fue el que siguió.

Ramon.- No era lo mismo pero era muy voluntarioso y trabajador.

Antonio.- Era voluntarioso, pero te digo una cosa: no le gustaba que yo le corrigiera algunas veces. Me llegó a decir un día: “es que te metes en todo, Antonio” [risses]. Y me digo, pues bueno, pues ya está bien. Y me dije para mí mismo: nadie es profeta en su tierra.

Ramon.- Bueno, ¡tu di que eres de Linares! [risses]

Antonio.- Y ya digo, después ya con Ricardo ya no se hizo nada más, sino que se siguió manteniendo lo que había y si se moría alguna planta de algún sitio pues se ponía, pero se llevaba y no había nada más. Pero que ya es bastante.

¿Y tratamientos fitosanitarios y esto…?

Todo, todo, para mí era fácil. Hubo un día que estaba trabajando y va un señor y se para. Y dice: “Antonio, ¿tú eres dios? —Bueno, y por qué lo dice. —Dice: porque he pasado por los Cuatro Caminos…” —y allí hay una pinà, en los Cuatro Caminos, que aquello lo puse en la época de él.

¡Eso lo puso usted también!

Eso es obra mía. Que las plantas vinieron de Vicente Dalmau e hijos, de Paiporta. Y dice: “he pasado por allí y después he pasado por la puerta de la Asunción, y al rato te he visto allí también. Pero es que vengo ahora aquí a la avenida de la Constitución y te veo aquí arreglando —o rascando… no, estaba regando las plantas—. Entonces por eso te digo que eres Dios. Porque estás en todas partes”. Es que lo he vivido, Ramon.

Ramon.- Me consta, me consta.

Antonio.- Puede que sea una de las personas que más sabe de mí, este hombre.

Ramon.- És que ell damunt… jo era el fill dels veïns, un monyicotet, però tenia una curiositat que no veas, y volia ficar els nassos en tot. Y mirar els jarrots, i: “ui, estes van sense jarrots, amb les arrels pelaes, i no se moren, i tal? Totes ixes coses de xicotet ja m’intrigaven. I al terrat quan secaven les pinyes de xiprer allí, eh?, pa que caigueren les llavoretes, jo pujava allí i dia: “i açò pa què ho fiquen?, què juaran al fútbol amb elles o algo?” [risses]. Clar, jo era un monyicotet però tenia afició.

Antonio.- Eso lo hacía para cuando hacemos los semilleros, antes, allá por el mes de septiembre u octubre, pues cogía semillas tanto de tuya como de ciprés, y las poníamos en el terrado y el calor las abría. Y entonces las semillas ya estaban preparadas para hacer los semilleros. Que salían como moscas. Y se sembraban y para taparlo lo único que gastaba era una caña de picador, y tirándole un poco de arena muerta encima y ya salía solo. Hay muchos secretos. Hay cosas enormes, enormes.

Claro, la botánica es un mundo casi infinito.

No tiene fin. Yo cuando me levanto por la mañana me digo: “me voy a trabajar”. Y yo me voy a trabajar.

Antonio fill.- A les set i mitja del matí!

Antonio.- A veces pienso: “¿qué estaré loco?”. Porque entrar aquí [a Internet] y ver que están todas las opciones del mundo ahí… Todas. Y empiezo a mirar plantas, empiezo a leer, y veo que casi todas las naciones del mundo tienen las plantas parecidas, y de saber que ahí hay 400.000 plantas, y que de esas 400.000 plantas está nada más que entendidas del 18 al 20%, que aún faltan por descubrir un 80%, que no se descubrirán nunca, habrá algunas que desparecerán antes de… Porque cuando Linneo se puso a descubrir y a clasificarlas era el año 1730. En 1735 estaba él en su apogeo, cuando estaba haciendo cosas. Que en 1753 él estaba nada más que mirando por todas partes, poniéndoles nombre y clasificándolas. Y fijaros bien qué tiene que ver un algarrobo con un haba. ¿Qué tiene que ver?

Son leguminosas.

Pues sí, porque las dos hacen la vaina, igual que las acacias. También son leguminosas. Leguminosas ahí tengo 1.200 especies distintas. Nada más que de acacias. Luego te metes en las demás y ya te vas, ya se va uno. Yo muchas veces me pongo…

Ramon.- Y si te pones con las compuestas ya te puedes morir del susto.

Antonio.- No, es imposible.

Ramon.- Yo estudié Biológicas en contra de la opinión de toda la familia. Mi padre me había buscado faena en la Caja, porque no teníamos parné, pero mi padre como jugó en el fútbol y tal y fue muy bien considerado, y los amigos del fútbol alguno de ellos sí que pintaban algo en la Caja. Y yo de jovencillo pues tenía fama del molt bon xiquet [risses]: “el teu xiquet no podria vindre a treballar allí, que tal i que qual?”. I jo dic: “pare, no, jo bitxos, pedres i plantes. Jo passar números d’un paper a un atre, si vol matar-me obligue’m a fer això. Això és matar-me”. Y le supo mal, ¿eh?, que no lo cogiera.

Antonio.- Entonces te digo una cosa: ¿en Biología tienes que saber todo esto…?

Ramon.- ¡Todas no! Yo como mucho llegué a tener en el herbario, que era solo de flora española, seiscientas y poco plantas. Entre angiospermas y gimnospermas. Y era de los que más tenía. Ejemplares recogidos por mí y clasificados por mí. No valían fotos ni dibujos. Era jove…

Antonio.- Pues yo, hijo mío, yo no sé lo que es saber. Pero estoy seguro que entre veinticinco y treinta mil sí. Claro, empiezo a coger por familias y ya voy sacando. Y en la que estoy en duda pues pincho, digo el nombre y me sale. Pero es enorme, hay que tener mucha afición.

Ramon.- Y hay cruces, hay hibridaciones espontáneas y hay de todo. Las jaras se mezclan unas con otras…

Antonio.- Un montón. Es que incluso en rosales mismo hay infinidad. De las especies que hay hoy no sé ninguna, pero los anteriores sí, que me he pinchado mucho las manos injertándolos.

Ramon.- Por eso no tengo rosales en casa, porque mi mujer no quiere pincharse, y a mí me chiflan.

Antonio.- Pues yo ahí he injertado lo menos dos mil.

Tiene que estar formándose todo el tiempo, porque tanta variedad…

Es que hay variedades que van superando a otras, y hay otras que no, porque hay una que es la Madame A. Meilland que es amarillo carmín. Muy bonita, muy bonita. Y está también la Queen Elizabeth que también es igual. Y la Dorola, que es amarilla, muy buena también. En fin, hay un sinfín, pero son de las que yo conozco antiguas. De las nuevas que hay ahora no conozco ninguna si no lo miro ahí. Pero son colores parecidos.

Los jardineros tienen que estar al tanto, tienen que estar actualizados…

Ramon.- Sí, sí, es como un fabricante de coches, están saliendo piezas nuevas, modelos nuevos, motores nuevos continuamente.

Antonio.- Yo ya digo que para hacer una cosa así hay que saberlo, si no no se hace.

Yo soy alumno, pero por la noche, de don Joaquín Gavaldá Lauterio. Que cuando pude conseguir el certificado de estudios, porque yo no he ido a escuela. 1940 a 1962, ocho hijos. Y que tu familia [es referix a la família dels Malinxos, de cognom Herrero Pitarch, d’Artana, parents de l’entrevistador], aunque lo repita mil veces, me acogió, a mis padres y a cuatro hermanos, y nos dieron las llaves de la caseta del Pla Redó, cerca del motor de Santa Cristina, en la raya de Nules y Vila-real, para que pudiésemos vivir porque no teníamos a donde ir. Y no solo eso, sino que también nos traían comida cuando venían a la finca a cultivar los naranjos. Justamente en 1949, aquellos hermanos tenían un corazón más grande que el Everest. Yo solo tenía 9 años, ¡fíjate tú las cosas de la vida! Y pasaba un camino muy estrecho, que parecía más una trinchera, y al lado tenía el padre de Arrufat, Manuel Arrufat; el padre tenía una finca de naranjos mandarino y nável, y a Arrufat, Manolo, yo allí lo conocí, que era así. Era muy pequeño. Yo también era pequeño, yo tenía nueve años, pero él tendría cuatro años o… más no tenía.

Usted ha diseñado jardines también, nos decía antes. O ha asesorado…

Yo diseñé el jardín de Xilxes. El jardín más bonito que hubo en la provincia de Castellón, por no decir de la Comunidad Valenciana. Ahí se pusieron unas 400 especies de plantas.

Eso no es habitual en un jardín.

Eso es… ¿cómo lo diremos? Un jardín… era jardín porque era zona ajardinada. Y las especies de plantas que habían eran arbustos vivaces y anuales. Los arbustos claro para que adornen algo, las vivaces para que adornen y lo que sea y para que vivan más tiempo, y los anuales para que todos los años haya plantas. Pero valía mucho dinero, y lo hizo un jardinero de Pontevedra. Yo no podía hacer eso. Pero lo hice, lo llevaron a pleno y dijeron que se organizaba.

Ramon.- ¿Eso dónde está?

Antonio fill.- En la mar de Xilxes.

Antonio.- Pero resulta que a los dos o tres años de estar hecho —que de eso hará 32 años—, vino la maror y lo hizo polvo. Y desde entonces ya no ha vuelto más en sí. Estará de aquellas maneras. Pero el que era alcalde entonces, no sé si… es el que era encargado de las pedreras que hay en Xilxes.

Ramon.- Sí, Caplansa, Cales de la Plana SA.

Antonio.- Pues el que era presidente me dijo: “¡viva la madre que te parió! —Digo: ¿y eso? —Dice: has hecho una cosa que eso no lo he visto en mi vida, y quiero que se haga. Y quiero que lo hagas tú. —Yo no puedo hacer eso, porque no tengo medios para hacerlo. Ni tengo medios ni tengo gente cualificada, y yo solo no puedo hacerlo. Yo puedo dibujarlo pero eso no puedo hacerlo. —Dice: pues ve a ver quién lo hace”. Y cuando vinieron a hacerlo, antes que nada me dijo esa empresa cómo era y qué tipo de plantas tenía. Entonces le dije: “todas las plantas que tiene, si haces lo que he puesto yo irá bien”. Se hizo y fue uno de los más bonitos que había.

Antonio fill.- No vas anar a la…? Jo me’n recorde que vas anar a València…

Antonio.- Y cuando fue a la Comunidad Valenciana, que eso no te lo he dicho. A la Escuela de jardinería del ayuntamiento, que está en Viveros. “Bueno, pues vamos”. Envían una carta a Sebastián Nebot que fuera un representante de aquí a Valencia a hacer un curso de jardinería. Dice: “Antonio, tienes que ir. ¡Pero si tienes que ir tú a enseñarles a ellos! —Dije: hombre, ahí siempre se aprende”. Allí había un ingeniero… al siguiente año que tendría el accidente. Llegamos y éramos unos cien.

Antonio fill.- De tota la Comunitat.

Antonio.- Y en fin, nos pusimos allí, primero teoría, nos dieron un cuadernillo de documentación, cómo sembrar un césped… en fin, todo. Y llega el momento de que tenemos que ir a conocer plantas. Entonces creo que fuimos por aquel entonces a Benicalap, que creo que allí había un jardín bastante grande. Allí había unas 250 especies, porque claro, al principio todo se cuida mucho, pero luego pasa lo que pasa. Y empiezan a preguntar, preguntan a uno, a otro, llegan a mí: “¿ésta cómo se llama? —Digo: ésa se llama una mahonia japonica”, es una flor parecida a los alelíes. Lo dije así pasando, pero luego resulta que me preguntaron algunas más y también lo dije. Y va una y me dice: “bueno, Arista, a ver: ¿tú sabes ésta cómo se llama? —Sí, pues se llama Erythrina crista-galli”, es una planta muy bonita, parece que sea de cera. Tiene un pecio muy largo, pero hace mucha flor. Y se me queda mirando y me dice: “¿a dónde has ido a aprender?” [risses], y le dije lo mismo que te he dicho a ti: a la universidad de la vida. Y enseguida se arrimaron todos los que habían allí, me cogieron y se pusieron a mantearme [risses]. Y ya digo, y así quedo. Y para mí fue una anécdota, claro. Porque las sabía todas. Hace más la voluntad… La voluntad mueve montañas. Y ahora yo no paro. Yo me tiro diez o doce horas todos los días. Y es que es mi vida.

A mí el partido socialista… —porque yo soy socialista. A su tío lo mataron en la guerra fusilado. En Castellón.

Antonio fill.- Vicente Segarra Palau. Ixe era germà de m’auela.

Antonio.- Y por mediación de ellos, la comisión del Partido Socialista, la ejecutiva, nos tenía un respeto enorme. A mi tío José, que murió después, tu tío Pepe, y todos los concejales del año 82 nos tenían un respeto enorme. Y luego yo salía así y luego me llevaban así. Llegué a ser del Partido Socialista el secretario del dinero. Se fiaban de mí. Entramos sin una perra, y cuando… yo tuve el accidente cuando era todavía secretario, y dejé en aquella época medio millón de pesetas. Y todo pagado, o sea, el alquiler del local pagado y todo pagado. Y todos fueron a verme a la Fe. Cuando estaba allí muriéndome, porque estuve allí muriéndome lo menos veinte días o más. Cuando me amputaron estaba muriéndome. Tenía un nervioso encima… y era la gangrena que me estaba saliendo. Por eso me dijeron los médicos que yo no era de la Tierra.

A qui se li ocurrix fer esta publicació des de l’Institut [es referix al llibret de Ramon Saborit i Antonio Arista (1986) Guía del Jardín Botánico Francisco Beltrán Bigorra de Nules. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Castellón (inèdita)]?

Ramon.- A Manolo Arrufat i a ell. Això era un contubernio.

És una maravilla.

Antonio.- Aún me acuerdo yo cuando fui al Instituto y estuve hablando con Juanjo Barrufet. Y me explicó lo que quería hacer y eso. Entonces yo ya fui otro día, por mediación del alcalde —Sebastián Nebot—. Estuve toda una mañana allí explicando, explicando y explicando. Y le dije las plantas dónde estaba cada una, por eso está escrito ahí una por una dónde están. Es poquita cosa pero ahí está.

¿Puedes explicarnos un poco tu trabajo con el ordenador?

Yo tengo aquí para cuarenta años. Yo me dedico, ahora conforme estoy, a pasar el día lo mejor posible, y lo que pienso lo plasmo en el ordenador. Por ejemplo, si quiero hacer un parque, estamos hablando de botánica: hago un parque. Y le pongo… en poco espacio le pongo el máximo de variedades de plantas. Pero siempre que estén de acorde, y lo pongo en el Excel porque resulta que puedo hacerlo a escala. Porque a cada número le puedo dar un metro, le puedo dar dos o le puedo dar tres. Y a cada letra, como es más ancho, le puedo dar dos metros o tres metros a cada una, entonces me sale la cantidad de distancia y los metros cuadrados que puede tener lo que voy a hacer. Entonces, hago después algún pasillo si es que se trata de parques, y en los parterres ya voy diciendo este de tantos y cuántos, y a cosa de diez o quince metros pongo una planta, y entonces sé las que me pueden coger. Que es lo que se hace.

Jardí descomunal amb nombrosos sectors, cadascú amb les seues espècies vegetals diferenciades. Antonio calcula que si es fera abastaria unes 85 Ha, i donaria treball a 35/40 persones expertes durant tot l’any. En el plànol s’indiquen els gèneres de les plantes, però es podria concretar molt més.Una làmina com esta suposa mesos de treball amb llargues jornades. També requereix un coneixement profund de l’ofici de jardiner i de la pràctica botànica.

Gran jardí amb 121 espècies vegetals plantades.

Vista nòrdica amb muntanyes nevades i amb el desgel circulant per una depressió del terreny i regant les plantes de primavera.

Urbanització imaginària dissenyada per Antonio, amb desenes d’espècies vegetals, bancs, fanals, papereres i una estàtua central.

Imaginari palau d’un rei tailandés, amb arquitectures i espais ajardinats.

Esbós d’un gran parc, amb desenes d’espècies vegetals plantades, escultures, arquitectures, fonts, ‘folies’, avingudes, parterres, tanques i nombrosos detalls. Com en tots els casos, Antonio pot donar detalls de les diferents plantes que s’hi veuen.

Gran parc de palmeres, amb 97 espècies diferents. És un treball molt difícil en què s’ha numerat totes les varietats. Antonio s’oferix per a informar de les c

aracterístiques i procedència de cada una d’elles.

Parc amb desenes de varietats d’arbres, herbes i arbusts, amb tot tipus de detalls escultòrics i arquitectònics, piscines, parcs infantils, etc.

Nom/Cognom Antonio Arista Ortega
Títol Antonio Arista, jardiner
Data de naixement Dilluns 19 de febrer de 1940
Categories patrimoni, jardí, cultura,
Data i lloc de l’entrevista Divendres 10 de gener de 2025, casa de l’entrevistat
Data de publicació Dimecres 5 de febrer de 2025
Equip entrevistador Etnograma (Laura Yustas, Nelo Vilar). Amb la participació de Ramon Saborit Arnau i Antonio Arista Monferrer.
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